Por Margarita Suárez Trujillo. Colombia despertó hoy con la triste noticia del fallecimiento a la edad de 91 años, en Cali, de Carlos Ardila Lulle, uno de los más grandes empresarios e industriales del país. Fue creador de un importante conglomerado en los sectores de bebidas, medios de comunicación, financiero, agroindustrial, textilero, deportivo y automotor,
Por Margarita Suárez Trujillo.
Colombia despertó hoy con la triste noticia del fallecimiento a la edad de 91 años, en Cali, de Carlos Ardila Lulle, uno de los más grandes empresarios e industriales del país. Fue creador de un importante conglomerado en los sectores de bebidas, medios de comunicación, financiero, agroindustrial, textilero, deportivo y automotor, generador de cerca de 40 mil empleos, conocido como Organización Ardila Lulle. Sus empresas son insignias del país, entre ellas Postobon, RCN radio y TV, Manuelita, Peldar, Coltejer y Atlético Nacional.
La esposa de Carlos Ardilla Lulle, señora María Eugenia Gaviria, falleció el pasado 30 de mayo. Con ella tuvo sus cuatro únicos hijos, que hoy lo suceden en su labor empresarial: Antonio José, Carlos Julio, María Emma y María Eugenia. La pareja había contraído matrimonio cuando el empresario tenía 20 años y fue el padre de ella quien lo vinculó al negocio de las gaseosas. Gaviria acompañó por más de 70 años al empresario y si bien, nunca tuvo un papel en los negocios, se ha conocido que era escuchada como consejera a la hora de tomar decisiones.
Carlos Ardila Lulle y su esposa María Eugenia Gaviria.
Al empresario Ardila Lulle lo conocí en el año 1984 durante mi paso por la gerencia de RCN Neiva y me impactó profundamente su personalidad y su sencillez a pesar de ser uno de los hombres más ricos del país con una fortuna que hoy es estimada en dos mil trescientos millones de dólares. Visitó Neiva con el propósito de dejar planeado el desarrollo de sus empresas en el Huila para los siguientes cinco años.
En ese periplo se definió la venta de la sede de Postobón de la carrera 5 con Avenida Tenerife, donde hoy funciona el supermercado Olímpica, y la construcción de una nueva planta a la salida de Neiva hacia el sur, donde fueron instaladas las oficinas y la moderna embotelladora estilo americano con generoso lote y amplio parqueo.
Era un visionario, con una inteligencia prodigiosa que le permitía ver lo que los demás no veían. Llegó acompañado de los más altos directivos de la Organización Ardila Lulle, se reunían a recibir informes y definir planes a partir de las 7 de la noche hasta las 5 de la mañana, para que nada ni nadie interrumpiera.
El anuncio de su llegada provocó revuelo. El exgobernador Carlos Ortiz Fernández era gerente de la Central Hidroeléctrica de Betania y le comenté que el doctor Ardila, quien era ingeniero civil con conocimientos en Hidráulica, quería conocer la hidroeléctrica. Organizó un almuerzo en las instalaciones de Santa Helena con presencia de su personal directivo para atender al staff de Ardila Lulle.
Viajamos de Neiva a Betania en una camioneta muy cómoda que le trajeron desde Bogotá. En mi caso estaba preparada para que sintonizara sus emisoras del Huila y había solicitado al personal estar pilosos. Mi sorpresa fue mayúscula porque en el trayecto sólo escuchó rancheras grabadas en casette. Disparaba preguntas y preguntas sobre todos los temas, menos sobre las radiodifusoras.
Finalmente entendí que para él RCN era su hobby y Postobón su negocio. Mi cargo no era tan importante para la organización, pero era la única mujer presente y con la caballerosidad del doctor Ardila y su equipo me sentí como una reina. El jefe, como le decían algunos, no sólo me instaló a su lado en la mesa, sino que me acomodó la silla cuando me fui a sentar, tal como lo ordenaba en su época de juventud la Urbanidad de Carreño.
Como patrón era estricto en el cumplimiento de las obligaciones laborales en todas sus empresas. Mi hijo, Jorge Herrera, estuvo al servicio del Club Atlético Nacional, durante su paso por el fútbol profesional y las consignaciones de su salario llegaban el día exacto. También pagaba cumplidamente la seguridad social y los parafiscales lo cual no era en ese momento el denominador común de los equipos colombianos.
Su pasión por la fiesta de los toros fue inmensa, al punto que estando ya en silla de ruedas por causa de una caída que lo dejó parapléjico, asistía a la plaza de toros de Santamaría donde lo instalaban en el tendido especial de sombra sobre una rampa.
Paz en la tumba del doctor Ardila Lulle, un empresario irrepetible que deja una honda huella de su fructífero paso por esta tierra que todos abandonaremos algún día.
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