El atleta colombiano Éider Orlando Arévalo Truque ganó este viernes 7 de mayo la medalla de oro de la Copa Panamericana de marcha que se realizó en el parque Los Samanes en Guayaquil, Ecuador. Arévalo, que ya cuenta con un boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio cumplió la prueba con un tiempo de una hora, 21 minutos
El atleta colombiano Éider Orlando Arévalo Truque ganó este viernes 7 de mayo la medalla de oro de la Copa Panamericana de marcha que se realizó en el parque Los Samanes en Guayaquil, Ecuador. Arévalo, que ya cuenta con un boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio cumplió la prueba con un tiempo de una hora, 21 minutos y 36 segundos.
La ansiada clasificación por alcanzar las requeridas marcas para los Juegos Olímpicos de Tokio, se volvió esquiva este viernes para los atletas de once países que disputan la Copa Panamericana de marcha en Guayaquil.
Aunque nació en Bogotá el 9 de marzo de 1993, Éider Arévalo vivió desde bebé en Pitalito, Huila, sonde descubrió que su vida estaba destinada a ser atleta. Con el apoyo de sus padres, participaba en torneos donde mostró siempre su gran talento para la marcha.
Cuando tenía 9 años, Éider le pidió a su señora madre, Jenny Truque, que le permitiera entrenar para una prueba de velocidad con niños de otros colegios. Fueron tres años en los que las pruebas de velocidad fueron su fuerte, sin embargo, luego de unos intercolegiados, en los que participó en marcha y ganó, decidió dedicarse de lleno a este tipo de pruebas en las que la técnica es muy diferente. Aquí la regla de oro es que nunca los pies pueden estar en el aire, siempre debe haber un apoyo. Rápidamente adaptó su zancada corta y comenzó a ser cada vez más veloz.
A los 14 años salió de Pitalito para radicarse en Bogotá, con el objetivo de encontrar oportunidades, pues no quería seguir trabajando en construcción y había resuelto dedicarse de lleno al deporte.
Su pariente Teresa Gómez lo alojó en su casa en Bogotá y se convirtió como en una madre. Estaba pendiente de que nada le faltara. Éider Arévalo conoció a Fernando Rozo, su entrenador, quien le exigía una disciplina militar “si quería triunfar”.
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