Por Margarita Suárez Trujillo.- Acaba de llegar a mis manos el libro “Crónicas de un bachiller”, escrito por Ernesto Macías Tovar, para Editorial Planeta. Lo denominó así por el apelativo que se volvió viral, tras las denuncias ante la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia, por supuestamente ostentar un diploma de bachiller falso. El
Por Margarita Suárez Trujillo.-
Acaba de llegar a mis manos el libro “Crónicas de un bachiller”, escrito por Ernesto Macías Tovar, para Editorial Planeta. Lo denominó así por el apelativo que se volvió viral, tras las denuncias ante la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia, por supuestamente ostentar un diploma de bachiller falso. El cuento se desvirtuó y Ernesto salió libre de toda acusación, pero sus malquerientes lo siguieron llamando “el bachiller Macías” para fastidiarlo, sin darse cuenta de que él se estaba gozando el apelativo.
Lo empecé a leer de inmediato, lo esperaba desde comienzos de año cuando el autor tenía previsto publicarlo, pero la pandemia lo retrasó. Es un libro agradable y uno de los primeros editados en esta época de coronavirus. A Ernesto Macías Tovar, hoy destacado personaje nacional, Senador de la República, lo conozco desde niño, en nuestro natal Garzón. Admiro que nunca se conformó con ser uno más del montón, como se dice popularmente. Lo considero inquieto, inteligente y muy pilo, con intuición política y alma de periodista.
Se consagró en ambas actividades. Además de cofundador del periódico Nueva Imagen, hoy convertido en revista, Ernesto fue director del Diario del Huila y columnista de El Espectador, graduado Comunicador Social en la Universidad Cooperativa. En la política escaló tan alto que es el primer garzoneño y hasta ahora el único, en ser presidente del Congreso y el primero en darle posesión a un presidente de Colombia. En un solo día recibió 15 condecoraciones, entre ellas la Cruz de Boyacá y las máximas distinciones de la Cámara de Representantes, el gobierno departamental, varias alcaldías y concejos, incluidos los de Garzón, además de reconocimientos de gremios y medios de comunicación.
Tal como dice Juan Lozano en el prólogo, el libro se parece mucho a su autor. “Va soltando dardos, haciendo reproches, expresando convicciones, exaltando virtudes tal y como las siente, sin ponerle filtros ni adornos a lo que quiere decir… Su lectura es como una especie de montaña rusa en la que el lector se va moviendo a roda velocidad entre la coincidencia y la discrepancia con un Ernesto Macías que, queda claro, no escribió este libro para que todos lo aplaudan, ni para congraciarse con nadie”. Imperdible.
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