Por Margarita Suárez Trujillo.- 

Aprovechando el acuartelamiento, repasé el documental “Nada es Privado”, que emite Netflix. Con testigos claves, la película recrea las denuncias contra la compañía británica “Cambridge Analytica”, que utilizó indebidamente información privada y creó noticias falsas. La comprobación los llevó a cerrar su empresa.

Cambriedge Analytica fue cerrada por el escándalo.

Mark Zuckerberg, propietario de Facebook.

Facebook resultó involucrada y tuvo que pagar una sanción de US$5.000 millones de dólares, ordenada por la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos. La multa récord se impuso por la forma en que Facebook permitió a terceros el manejo de los datos de 87 millones de usuarios.  Por el escándalo, en tan sólo 24 horas, el valor de la red, propiedad de Mark Zuckerberg, cayó US$37.000 millones de dólares. Con los contenidos de Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, etc. surgen motivos de preocupación en cuanto a su veracidad.

Hace poco vi un informe, acompañado de la supuesta voz de Manuel Elkin Patarroyo, con afirmaciones falsas. Empezando porque el apellido estaba escrito con doble l. Decía: “Con más de ochenta años, diariamente salgo a las clínicas y hospitales a visitar a los contagiados por el virus”. Basta con mirar en cualquier biografía del científico para corroborar su fecha de nacimiento el 3 de noviembre de 1946 por tanto no tiene 80 años sino 73.

Así pasa con miles de datos. Ayer vi un escrito que al contrastarlo comprobé su falsedad. “Se acaba el virus. Una gran noticia, vacuna contra el virus corona está lista. Capaz de curar al paciente dentro de las tres horas siguientes a la inyección. Felicitación a los científicos estadounidenses”. Ploff. Lo que si es cierto es que China autorizó el uso interno en el ejército de la vacuna creada por ellos. Otra “noticia” decía que Li Wenliang el médico héroe de China, antes de morir documentó archivos afirmando que, tomando tres tazas diarias de café, se curaba el virus.

Estas noticias falsas son utilizadas por los genios del marketing para cambiar percepciones e influir en decisiones políticas, como ocurrió en el proceso electoral de Trump y en la determinación del Brexit. En campañas publicitarias de productos de consumo, existe también la manipulación emocional. Esto seguirá pasando porque no hay quien le ponga el cascabel al gato.