La rabieta de Gabriel García Márquez

La rabieta de Gabriel García Márquez

Por Margarita Suárez Trujillo.- Encontré una revista Cromos de agosto de 1977, que me recordó una anécdota con Gabriel García Márquez. Augusto Calderón, director de la revista, delegó a Margot Ricci hoy de Gossaín, Fabio Roca y a mí, para cubrir la “Conferencia Cumbre de los Seis”, denominada así por el número de jefes de

Por Margarita Suárez Trujillo.-

Encontré una revista Cromos de agosto de 1977, que me recordó una anécdota con Gabriel García Márquez. Augusto Calderón, director de la revista, delegó a Margot Ricci hoy de Gossaín, Fabio Roca y a mí, para cubrir la “Conferencia Cumbre de los Seis”, denominada así por el número de jefes de estado presentes en Bogotá. Los reporteros gráficos eran Fabio Serrano, Carlos Ángel y Joaquín Villegas. Inicialmente nos fue mal.

La guardia presidencial nos impidió entrar al Palacio de San Carlos, tampoco nos dejaron cubrir la reunión en Hatogrande. Terminada la cumbre nos desplazamos de la residencia presidencial campestre al terminal de CATAM.  A las 10 pm estábamos Fabio Roca, Fabio Serrano y yo, mirando para todos lados, cuando llegó el protagonista de la cumbre, el General Ómar Torrijos, jefe de gobierno de Panamá, seguido de Gabriel García Márquez, quien todavía no era premio Nobel. Se subieron al Jet y cuando el avión carreteaba, se detuvo de improviso y descendió Gabo, quien muy al estilo costeño nos pidió “chance”.

Nos invitó al bar inglés del Hotel Hilton. Mientras Fabio Roca y yo dialogábamos con el escritor, Fabio Serrano disparaba su cámara. Al calor de unos whiskies contó detalles de la cumbre donde estuvo por invitación de su amigo Torrijos. Soltó muchas infidencias, incluso confesó su deseo de fundar un gran periódico para tumbar el gobierno colombiano y acabar con el sistema. Cuando terminó la tertulia, los periodistas salimos directo a escribir la historia. Estuvimos hasta las 4 am tecleando en las máquinas Remington.

El material fue enviado de urgencia a la imprenta. Gabo conocía los tiempos de cierre de Cromos, por eso creyó que no alcanzábamos a sacar lo hablado. Cuando vio la publicación entró en cólera. Con el acelere que le caracterizaba, llamó al presidente del grupo editorial, Guillermo “La Chiva” Cortés. Le aseguró que la versión no era cierta y exigió nuestro despido. Amenazó que, si no rectificaba, rompería el contrato para la grabación de “La Mala Hora” que ejecutaba RTI, empresa de los dueños de Cromos. El asunto no pasó a mayores. Una semana después todo se aclaró cuando salió Alternativa, revista propiedad de Gabo, con la misma historia. La rabieta fue porque se “autochivió”.

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