POR MARGARITA SUÁREZ.- Conocí en el año 2005 a Andrés Felipe Arias Leiva, quien ha sido noticia desde que comenzó su calvario tras la condena a 17 años de prisión. En ese tiempo, mi hijo Jorge Enrique Herrera, futbolista profesional, acababa de regresar de Buenos Aires donde jugaba con Huracán y estaba desentendido de la
POR MARGARITA SUÁREZ.-
Conocí en el año 2005 a Andrés Felipe Arias Leiva, quien ha sido noticia desde que comenzó su calvario tras la condena a 17 años de prisión. En ese tiempo, mi hijo Jorge Enrique Herrera, futbolista profesional, acababa de regresar de Buenos Aires donde jugaba con Huracán y estaba desentendido de la información en nuestro país. Salió en el noticiero de televisión una entrevista con el entonces Ministro de Agricultura. Apenas lo vio, mi hijo me preguntó: ¿Qué hace Arias tan elegante en TV? Me explicó que dos años atrás cuando estuvo viviendo en Medellín, donde jugaba con Atlético Nacional, lo había conocido como hincha furibundo del verde y eran amigos. Se puso muy feliz cuando le conté que además de ministro era la estrella del gabinete. Busqué a Arias y le hice un reportaje para la revista Colombia Ganadera. Me impactó muchísimo que a pesar de su juventud en ese momento (32 años), Andrés Felipe tuviera tanta claridad en el tema agropecuario que era el fuerte de nuestra revista. Venía con la idea de continuar la labor de su antecesor Carlos Gustavo Cano, con quien aprendió siendo su viceministro por un año. Se acoplaron perfectamente, a pesar de que Cano casi lo doblaba en edad. En la charla quedó claro que no había perdido el tiempo mientras estudió su pregrado de economía en la Universidad de Los Andes, al igual que haber sido galardonado por el Banco de la República con la Beca PhD en Economía y la Beca de Excelencia Académica que le concedió la Universidad de Los Andes. Había ocupado cargos importantes en Minhacienda, en la UCLA, en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco de la República, además había sido docente de Los Andes y la Javeriana y hablaba un inglés perfecto, tenía publicaciones económicas en ese idioma. Además de su brillante hoja de vida tenía una memoria prodigiosa. Era un pequeño genio, a quien el propio presidente Álvaro Uribe, consultaba con regularidad porque Arias tenía las cifras en la cabeza. Hoy día cuando lo veo en esa terrible situación pienso que nuestro país perdió a un gran hombre. No lo juzgo, no me corresponde, pero sí creo que ha sido polo de atracción en esa sed de venganza causada por la polarización del país. Dios no ha muerto, querido Andrés Felipe.
Andrés Felipe Arias, a su llegada a Colombia, después de ser extraditado de USA.
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